TOCAME!

Ella estaba tendida en la cama desnuda mirando el techo y sus piernas apoyadas en la pared, su mirada ausente hacía pensar que se había abandonado a una profunda ensoñación. El juego de luces y sombras que se formaban con las curvas de su cuerpo debido a una lámpara lúdica, la hacían aún más sensual y provocadora. Su cuerpo se movía levemente con cada respiración. Me parecía que exhalaba un fresco y ligero vaho de color rosado y un gran deseo se apoderó de mi. El suave comienzo de una tonada muy grata para los dos estaba ayudando a crear un clima sumamente íntimo. Me acerque un poco más, puse mi mano sobre su vientre, se inclinó levemente sobre mi cuerpo y sus cabellos rozaban mi pecho.

-Tócame –Me dijo en un leve susurro. Tan leve que pareció no haber salido de su boca, pues no se movió lo más mínimo.

Me adelanté con mi mano derecha únicamente con el dedo índice extendido y toque la suave y sedosa piel de Ella justo por encima de su ombligo. Al instante, toda su piel comenzó a ondularse como la superficie en calma de un lago a la que interrumpe la piedra lanzada por un niño, de su armoniosa quietud. Los círculos concéntricos se fueron extendiendo e hicieron vibrar también las sábanas de la cama. Una leve sonrisa se dibujó en mis labios y me quedé mirando tan espléndido espectáculo. Todo a mi alrededor se volvió agua, el líquido fue coloreándose de azules y suaves rojos mientras se colocaba sobre el rostro de Ella.

A mis pies quedaba una profunda negrura plagada de minúsculas estrellas en la que me encontraba flotando. Una nueva emoción iba apoderándose de todo mi cuerpo y el deseo hizo de mi mente su nuevo hogar. Volví la vista hacia arriba y unos hermosos brazos surgieron de la superficie del agua invitándome a cogerme a ellos. Su cuerpo se elevó e ingresó en el fluido que me envolvió completamente. Al instante, noté un agradable calor abrazando cada centímetro de mi piel.

Una agradable sinfonía llegaba hasta mis oídos, en los que se reproducía con una fidelidad semejante a la un gran auditorio. De nuevo sentí que el líquido volvía a girar y me pareció que regresaba a su posición original. Sí, las estrellas quedaban ahora arriba aunque mostraban mayor brillo que antes. Parecía como si aumentaran de intensidad como las ascuas al ser sopladas.

Encontré en aquello un placer que no había conocido antes. Todo estaba en calma y, de nuevo, en su sitio natural. Ella y yo, uno al lado del otro. Los dos jadeantes. Ligeramente abrazados. Su cálida pierna femenina sobre las mías. Ambos íbamos recuperando el ritmo de la respiración mientras iban surgiendo las últimas carias y entre dientes palabras que solo nosotros sabemos interpretar...